MÁLAGA, 1983. DIRECTOR DE ESCENA, DRAMATURGO Y PERFORMER DE MIS PROPIAS DERIVAS. ME LICENCIO EN LA ESAD DE MÁLAGA EN DIRECCIÓN DE ESCENA Y DRAMATURGIA Y EN HISTORIA DEL ARTE EN LA UMA. NO LLEGO AL TEATRO POR AMOR SINO BUSCANDO RESPUESTA A DIVERSAS INQUIETUDES DE JUVENTUD. EN 2009 COMIENZO MI CAMINO ESCÉNICO DESDE UNA DRAMATURGIA BASTARDA Y PERIFÉRICA QUE SE HA IDO ASALVAJANDO CON EL PASO DEL TIEMPO HACIA UNA LIBERTAD QUE NO LLEGA. NO HE DEJADO DESDE ENTONCES DE COLISIONAR CON DIVERSAS CREADORAS, MAESTRAS Y AMIGAS QUE HAN INSPIRADO MI CAMINO, Y DE GENERAR PIEZAS DE DISTINTOS FORMATOS Y DISCIPLINAS EN UN INTENTO DE SEGUIR TENIENDO ESPERANZA EN LO INTANGIBLE, EL MISTERIO Y LO HUMANO. MI TRABAJO SE HA DESARROLLADO A LO LARGO DE LOS AÑOS A TRAVÉS DE PIEZAS DE TEATRO, DANZA, PERFORMANCE Y TAMBIÉN FOLCLORE, FLAMENCO O SITE-SPECIFIC; ACOMPAÑO PROCESOS DE OTRAS CREADORAS DESDE LA DIRECCIÓN Y LA DRAMATURGIA E IMPARTO TALLERES A MODO DE ENCUENTROS DONDE COMPARTO LAS INVESTIGACIONES QUE ATRAVIESO. EN UN MOMENTO DETERMINADO MI CAMINO DESEMBOCA EN LA IDEA DE ENTENDER EL ESCENARIO COMO EL ESPACIO DEL DESEO Y EN LA RELACIÓN ROMÁNTICA CON EL ESPECTADOR.
REGRESIÓN
Tengo 10 años: canto “Desesperada” de Marta Sánchez en la velada nocturna de un campamento cristiano con aparente acogida entre el público. Tengo 15 años: me enamoro de un líder cristiano y huelo en secreto los pantalones de deporte usados que me deja un día. Quiero ser santo e intento practicar la santidad. Admiro a San Francisco de Asís. Mi lectura bíblica favorita es Eclesiastés 3. Tengo 28 años: pierdo el norte por una ruptura sentimental y monto un drama con mi propia vida. El miedo desaparece y me expongo delante del público por primera vez. Tengo 39 años: al atardecer, en una playa de Cabo Gata, un zorro nos visita y come de mi mano. Vino a advertir. Tengo 40 años: estoy escribiendo esta especie de biografía en un vuelo Sevilla-Santiago de Compostela y en los asientos de al lado hay una pareja alemana con su hijo rubio. Al hombre se le cae la cerveza que estaba bebiendo sobre su mujer y ella se enfada tanto que le agrede físicamente. Él se queda cabizbajo y en silencio cuando ella va al baño. Yo estoy leyendo “Enrique de Ofterdingen” de Novalis, los pensamientos sobre lo que veo, lo que leo y lo que escribo se mezclan en mi cabeza con juicios y deseos sobre mi ex. De vez en cuando paro la lectura y escribo estas notas en mi teléfono, que no es un iPhone.
– No sé-dijo Enrique-; desde hace tiempo oigo hablar a menudo de poetas y de trovadores, pero nunca he visto a ninguno. No puedo ni sospechar cómo debe ser el extraño arte de estos hombres; sin embargo, anhelo siempre oír hablar de él. Me parece como si tuviera que comprender mucho mejor lo que ahora no es para mí sino un vago presentimiento. Sobre poesías he oído hablar mucho; sin embargo, nunca me ha sido dado ver una; mi maestro no ha tenido nunca la oportunidad de adquirir conocimientos sobre este arte. Nada de lo que me ha dicho de él lo he podido entender claramente. Sin embargo, él pensaba siempre que era un arte noble al que yo me entregaría del todo si alguna vez me era dado conocerlo. Decía que antiguamente había sido un arte mucho más extendido, que todo el mundo había tenido un conocimiento mayor o menor de él. Decía que había sido un arte emparentado con otras artes excelsas que hoy en día no se conservan. Que el cantor era un hombre distinguido de un modo especial por una gracia divina, de tal modo que, inflamado por una presencia invisible, era capaz de anunciar aquí en la tierra una sabiduría celestial que él envolvía en los acentos de una dulce armonía. Predicaba sabiduría celestial a los hombres bajo el ropaje de hermosas canciones.
«Texto de Enrique de Ofterdingen»
PUBLICACIONES
‘LOS MONTES SON TUYOS’
Los textos de “El Ardor” y “One night at the golden bar” se publican en un formato conjunto como Díptico de los Montes Románticos y bajo el título “Los montes son tuyos”, con la editorial “Continta me tienes”. Todo se escribió por el deseo, por el amor a la calle y el amor al cuerpo de un hombre. En palabras de Rodrigo G. Marina: “En la obra de Cortés la exploración se dirige hacia una adultez inocente. No persigue un oxímoron, tampoco un nudo trágico, sino el juego, el placer de lo que perece, el olor de lo recién creado. Es su cuerpo frente a la posibilidad de todos los cuerpos nuevos, el milagro de lo que parece nuevo, aunque siempre ha estado ahí”.